( Nace la Raza )
Cuando en el Sur comenzó nuestra historia,
estaba la tierra abierta, ansiosa de abrazo,
de corazón ardiente y temblorosa de amor...
Por abismos quebrados, bajaba el agua torrentosa
dándole vida a la montaña
y ternura al valle verde.
Y de la tierra extasiada,
nacieron los árboles altos,
que con sus brazos, jugaban con el viento.
Fueron entonces los huemules y los pumas,
los dueños del bosque y la roca
y las aves, las dueñas del cielo, del sol y del canto.
Y en ese otro tiempo, aún antes de nacer,
nuestra sangre corría junta por las mismas venas,
fundida con la lava y el fuego...
Y con esas ansias de vivir, nació nuestra raza un día,
en medio del bosque y la selva.
Y la tierra nos lanzó a la vida,
buscando alegría, ternura y calor.
Desde la montaña alta
donde vive Dios y los volcanes,
hasta las aguas del mar alegre,
cruzaba el amor,
de la mano del Puelche tibio...
La espiral de la vida y la muerte,
no terminaba...
La vida, del amor nacía
y la vida seguía después de la muerte
y el orgasmo estelar
de los dioses antiguos,
iluminaba la noche
como un relámpago lento...
La tierra era de todos, entonces.
Para todos, los frutos que brotaban en la selva,
para todos, el Pehuén y las estrellas...
( Llegan )
Y un día, se fue el aire del cielo.
Y ardió el cielo quebrado.
Y los pájaros dejaron su canto.
Y entonces, mi tierra sintió por primera vez,
el dolor y el peso
de las pisadas de metal frío
de las bestias desconocidas...
Eran los capitanes de la muerte,
que llegaban con la muerte,
con sus pechos de lata dura,
con sus estandartes y cruces
y sus espadas de Toledo ensangrentadas...
Y así, entró la muerte desde el Norte...
Porque siempre, la muerte viene del Norte...
Y cruzaron el bosque virgen
con cuchillos, truenos sordos y espadas.
Y la gente de esta tierra,
que tenía el corazón de cristal limpio,
cayó sin vida sobre el pasto verde...
A su paso, se secaron las raíces alegres,
pisotearon el jardín y su ternura...
¿Donde quedaron las flores de la Primavera?
El agua del Quillailéo, del Rucúe y del Laja,
llegó roja, con el Bio-Bío, hasta el mar...
Enrojeció el Buréo, el Rarinco, el Duqueco...
Lloró el Kultrun y la Pifilka
y el grito doloroso de las Trutrukas,
llegó hasta el horizonte lejano,
como llega la noche y la tiniebla...
Y de las Araukarias y Cipreses de la selva,
nacieron entonces los héroes,
que defendieron nuestra tierra antigua
con sus lanzas de sol ardiente...
Y espeso de lanzas y aurora,
el bosque los esperó entonces...
( Madre Tierra )
¡Mi tierra, tierra mía!
Tú fuiste pradera, montaña, desierto y jardín.
Y los extraños que pisaron tu cuerpo,
con espuelas y hierro ardiente,
pisotearon mi alma.
Los que enterraron las cruces como espadas
en tu cuerpo fértil de tierra generosa,
enterraron sus espadas en mi corazón...
Fuiste la madre que parió
los bosques de mi tierra antucana
y los caminos amplios de la pampa.
Nació de tí el Pehuén y el Avellano
cuando mi pueblo tuvo hambre...
Y cuando la noche gritaba
desde los calabozos del dolor,
acurrucaste a tus hijos
y con tu Nanay mágico, curaste las heridas
de tus niños torturados...
Y cada mañana, nació la luz
desde tu vientre rebelde
con sus llamaradas de calor materno.
Y todos, se alzaron con sus puños de roca dura.
Y los que nacieron entonces en la Tierra del Sur,
nacieron para luchar por la Primavera...
Y el Canelo herido,
que tus hijos defendieron por tanto y tanto tiempo,
nacerá de nuevo, verde y luminoso,
señalando los senderos libres...
La Madre Tierra, no olvida a sus hijos...
El suelo, no olvida la sangre...
Y el Arrayán, nació entonces
con el tronco colorado
y brotó el Copihue, ensangrentado
para siempre...
( Llegan Otros )
Otros llegaron luego...
Desde el Norte venían también...
El Dorado brillaba en sus ojos...
El Dorado estaba en todas partes,
pero no bastaba el oro ni la sangre
y se repartieron todo lo ajeno...
Pasó el tiempo, tanto tiempo pasó.
Pasó el tiempo y su historia.
Y entonces, el ladrón español,
se llamó ladrón chileno
y mató y robó en nombre de Chile.
Y se repartieron el Paraíso verde,
y se repartieron la tierra entera...
No entendieron, ni entienden,
que la vida pasa con el viento.
No entienden, ni entendieron,
que el dinero no se lleva
al cielo ni al infierno...
No entendieron, ni entienden,
que los cercos y los muros,
vuelan como nubes con el tiempo.
Y fueron sepultados desnudos,
sin coraza ni latifundio...
( Y Otra Vez )
Y otra vez, vienen del Norte matando...
Y se roban el agua de los ríos.
Vienen del Norte y matan...
Y destruyen la alegría y el canto...
Siguen robando bosques
y el dolor infinito sigue...
Y la tierra, sin verde y sin pasto,
la dejan seca, gritando y llorando...